lunes, 5 de abril de 2010

La Vida, cristal de bohemia.


Todos, de alguna forma u otra, hemos hecho una breve reflexión acerca de lo que conocemos como vida... Es cierto, debemos vivirla lo más feliz posible. Y en la mayoría de las ocasiones no sabemos apreciar el valor de aquellos momentos que vivimos. Lo que siempre cuenta son los "momentos de calidad", pues siempre estarán ahí. Al fin y al cabo, ¿de qué vale no recordarlos? Es lo más gratificante que nos queda.
En días como el de hoy, yo mismo me asombro de la fragilidad que es la vida. Como puede cambiarte de un momento a otro, en cuestión de horas, minutos, segundos... No sabemos cuál es el precio que podemos pagar tan solo por la rutina, y después de todo, debemos estar agradecidos. Cualquier momento cotidiano, monótono, puede ser el más letal, y pasar de eso que hago siempre a eso que jamás haré. Solo debemos ser coscientes de que en cualquier momento, aquello que más queremos puede irse para siempre, dejandonos fuera de juego. Y por fuerza propia, debemos afrontarlo.
Es increible, indignante, pero es así.
Recuerdo que cuando era pequeño, sentía que nada podría arrebatarme mi vida, mi ser, eso que yo conocía como consciencia de vida. Un concepto abstracto pero sencillo en la mente de un niño. Era capaz de imaginarme a mi mismo en situaciones adversas logrando salir ileso. Me sentía fuerte, poderoso. A medida que crecí, me dí cuenta de que todo aquello se desmoronaba paulatinamente. Ahora, me doy cuenta de la fragilidad que envuelve al ser humano. En cualquier momento nos convertimos en víctimas de decisiones propias, o ajenas. Es imposible predecirnos qué puede sucedernos. Estamos nosotros y nuestras ganas vivir, el resto nunca se sabe.
Es importante rodearnos de gente que nos quiere, que nos necesita, y que necesitamos. Siempre estarán ahí, y siempre estaremos dispuestos para las necesidades mutuas. Por eso, cuando la vida de alguien se desmorona, es importante demostrar que estarás a su lado para superar cualquier cosa. Es importante demostrar que tu mano y tu hombro están dispuestos a regalar ayuda. Y es importante, levantar a aquel que encontramos en el suelo.
Hoy, más que nunca, tengo muy claras mis prioridades. Estar en lo bueno y en lo malo, y así se me corresponderá cuando yo sea el que se derrumba. Gracias al amor mutuo entre las personas.
Apreciar los "momentos de calidad" en cuanto nos sea posible, disfrutar de ellos y seguir intentando encontrarlos, es un regalo del cielo. Puede que cuando algo suceda, estos recuerdos sean nuestro peor enemigo, pero después se convierten en el mayor de los privilegios...
Es un placer poder vivir, y amar la vida. Porque aunque la vida venga con fecha de caducidad, el amor es eterno, y es lo único que tenemos los unos con los otros.